El Homo Sapiens ha estado preparado durante cientos de miles de años, para desafíos inmunes de características intensas, cortas y fáciles de identificar (por ejemplo hambre, sexo, estrés por depredadores…) Esto causaba inflamaciones agudas que eran resueltas más o menos de forma rápida. Eso era cuando éramos nómadas y vivíamos una vida dedicada a cubrir necesidades básicas para nosotros.
Pero hoy en día desde la llegada de la agricultura (hace 12.000 años, relativamente poco comparado con el tiempo que hemos sido nómadas) todo esto ha cambiado, ahora estos desafíos inmunes son de poca intensidad, de larga duración, y a veces no sabemos ni qué las produce exactamente (por ejemplo comida basura, contaminación, estrés laboral, preocupación por la hipoteca…) Esto constituye una inflamación crónica permanente que no se llega a resolver nunca, por tanto podemos decir que vivimos inflamados.
La inflamación crónica va a ir debilitando nuestro sistema inmune ya que lo tenemos constantemente trabajando y cuando entremos en contacto con una amenaza más y puede que más grave, va a estar saturado y va a luchar con menos eficacia contra ella.
Antes de que ocurriera todo esto del COVID19 ya estábamos en una crisis de salud muy determinante. Las enfermedades que causan en mayor grado mortalidad en las sociedades avanzadas como la nuestra son enfermedades crónicas no transmisibles causadas por el estilo de vida, que se caracterizan por una alta inflamación mantenida durante mucho tiempo.
Nuestra enfermedad se debe a malas elecciones en el estilo de vida como la mala nutrición o la inactividad física.
Podríamos recomendar seguir el estilo de vida de nuestros antepasados, los cazadores-recolectores. Estos caminaban durante horas largas distancias (por tanto hacían deporte), para recolectar alimentos frescos (de una calidad nutritiva muy buena, nada procesado por supuesto) o cazar (evidentemente la calidad de la carne o pescado también era buena). Está claro que no gozaban de las comodidades que tenemos ahora pero su salud no estaba tan comprometida y condicionada por hábitos que hacían dañarse a sí mismos.
Deberíamos de concentrarnos en cambiar nuestros hábitos de vida para que esto repercuta en nosotros a modo de prevención de todas estas enfermedades. Además nuestro sistema inmune se fortalecerá y nos defenderemos mejor antes bacterias, virus, hongos y parásitos.
Si tienes un sistema inmune bien regulado puedes luchar mejor contra las amenazas. Para esto ya sabes, come alimentos frescos, haz ejercicio físico regular y controla sus niveles de estrés.
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